Además, Maquiavelo introduce un elemento novedoso: la intervención de la Fortuna, una diosa cruel que nunca cumple sus promesas y deshace sin piedad, sin ley y sin razón a unos hombres y exalta caprichosamente a otros. O Fortuna, velut luna, semper disolubilis.
De ese modo, la fuerza que gobierna la vida de los hombres por encima de la razón y de las pasiones es la Fortuna, una fuerza caprichosa externa al hombre que le amenaza y ante la cual sólo cabe oponer una "virtus" que le sirva de escudo protector.
En cambio, el destino, masculino por naturaleza es maleable. El hombre valeroso puede domarle y hacer con él lo que quiera.
miércoles, 8 de junio de 2005
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