martes, 9 de mayo de 2006

A unos tres kilómetros de mi casa hay un camino que pasa cruza una montaña. No lo tengo que tomar para venir al trabajo, pero todos los días me encuentro iendo hacia él. Y es que es un camino donde apenas pasa un coche. A ambos lados del camino hay casas que a diras

qué tiene de especial este camino?

Es como si cruzaras el bosque. está desierto, nadie pasa por ahí. Tiene sus altas y bajas. Los árboles lo esconden. Todo alrededor se despierta verde, límpido. Hay pequeños senderos que le cruzan. Como el sendero del emperador.

Pocas personas conocen este camino. Quizá solo los que ahí habitan. Pero a mi me gusta meterme por ahí pues el camino me llama a recorrerlo.

Hay un punto donde pasas por debajo de la via del tren. Apenas te das cuenta. No llega ni a ser un verdadero túnel. Pero las paredes verdes que se alzan a los lados te hacen sentir eso precisamente.

Hay ahí en esa calle, una casa que me encanta. No sé realmente por qué, pero me encanta. No se ve a simple vista. Sólo el ojo curioso puede verla. Está deshabitada, pues no se ven cortinas en sus ventanas y el jardín clama por un jardinero. Te digo que es difícil de ver, pues está en desnivel y la esconden los árboles.

El nombre de la calle hasta hace muy poco lo he descubierto. Pero la verdad es que no importa su nombre. Cómo puede haber lugares que nos llaman como voces silenciosas.

Un camino que desea ser andado.

Primero sube y luego baja, da vuelta y serpentea.

Es como un camino de bosque.

“...Romero, caminante o peregrino: sólo tu bordón te señalará tu camino. En todos encontrarás amparo; pero el guía y el Apóstol está dentro de ti...”

Dejar que tu guía interior te lleve por el camino en busca de la consumación de un milagro. Sólo el reposo a todos los ajetreos y avatares del largo caminar por la vida cotidiana te permitirá seguir

no perder de vista a dónde nos lleva el camino, que aunque no le veamos el fin, debemos estar seguros de él.

Nadie mejor que uno mismo para alcanzar
.
La vida es simplemente un camino y nosotros sus peregrinos
Atravesamos ríos y montañas, iglesias y casas, monasterios y hosterías
A ratos nos embaten las inclemencias, demoras y
penalidades
Pero también el sol brilla cada mañana y después de la tormenta viene la calma. Reparadas nuestras fuerzas y lleno el espíritu.
Y el afán de
viajar por viajar, que es conocer; que es vivir otra vida.

para que te escuche tu guía interior. escúchala atentamente.

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